Las embarazadas pueden comer con normalidad, siempre y cuando tengan en cuenta una serie de requisitos por seguridad, ya que todo lo que ellas comen, afecta de forma directa al normal desarrollo del bebé. Hay ciertas frutas con las que tenemos que tener mucho cuidado si estamos embarazadas o creemos estarlo.
Estar embarazada es un sueño para miles de mujeres en el mundo, y aunque la gran mayoría de personas no tiene un adieta muy variada y saludable, es de las cosas que todos los médicos nos dicen cuando recibimos la noticia de que en 9 meses seremos uno más en la familia. Las frutas forman parte de esa dieta variada y saludable, por lo que hay que introducirlas, y cuanta más variedad, mejor.
Las frutas son una fuente inagotable de vitaminas y minerales que viene siempre bien, estemos o no embarazadas. Debemos comer unas 5 piezas diarias de frutas, y si son variadas, mucho mejor.
Durante el embarazado hay que tener cuidado con qué frutas comemos y se establece un límite de 4 piezas para no generar mucha fibra ni tener exceso de ciertas vitaminas, ya que se sobreentiende que nuestra dieta será extremadamente saludable y variada, por lo que no tendremos que buscar vitaminas en frutas a modo de extras como en un adieta normal.
Frutas prohibidas durante el embarazo
Técnicamente no hay ninguna fruta prohibida como tal, por ejemplo, no se prohíbe comer manzanas, o naranjas, o vas, o arándanos, pero si se prohíben otros aspectos o cantidades, sobre todo si la piel de la fruta se puede comer o si se trata de frutas ácidas.
- Las frutas que debemos evitar, en primer lugar, son aquellas que por norma general nos sientan mal, nos crean intolerancias o reacciones alérgicas. Estar embarazadas parece un superpoder, pero las reacciones adversas siguen existiendo durante el embarazo, de hecho, pueden provocar graves consecuencias.
- Hay que elegir fruta orgánica y ecológica que no haya sido tratada con ningún tipo de pesticida ni producto químico.
- La fruta ha de estar siempre limpia y lavarla bien, eliminar las picadas de bichitos, golpes y zonas marrones.
- Si la fruta está en mal estado, es mejor desecharla al contenedor de orgánicos.
- La fruta muy inmadura no es recomendable. Por ejemplo, los plátanos verdes son muy indigestos.
- ¡Cuidado! Los cítricos no son del todo buena idea. La vitamina C es esencial y el ácido cítrico es muy importante, pero abusar de ambos puede provocarnos distención de estómago, gases, irritación estomacal, dolores, diarreas, etc.
- No descongelar la fruta con golpes bruscos, es decir, del congelador a la temperatura ambiente. Nunca exponerla al sol, ni a un baño de agua caliente. Del congelador, ha de ir al frigorífico y cuando esté descongelada, consumir inmediatamente. Este consejo es válido para todos los alimentos congelados.
Importante: quedan prohibidas las frutas que están troceadas y expuestas en supermercados, cafeterías, tiendas de dulces, etc. y sin refrigerar. Aparte de las frutas expuestas al sol y por donde revolotean moscas y ostros insectos. Todas esas frutas pueden estar contaminadas con bacterias E. Coli o la salmonella que podrían incluso provocar daños en el bebé.
Siempre la fruta entera
Se recomienda que comamos la fruta entera, a trozos, a sea con piel o sin ella según la fruta que sea. Hay que evitar los zumos, no es necesario eliminarlos de nuestra vida, pero sí reducir drásticamente su consumo.
Por zumos nos referimos usar una licuadora y crear nosotros nuestros zumos. Bajo ningún concepto recomendamos beber zumos ultraprocesados, ya que están cardados de azúcares y son muy bajos en nutrientes.
Los zumos naturales que podemos hacer en casa, están muy buenos, pero el proceso de licuado nos evita beneficiarnos de gran parte de sus nutrientes principales como es la fibra y algunas vitaminas que se reducen considerablemente.
Otra opción es crear agua con sabores de forma natural. Para ello podemos mezclar agua mineral o filtrada con trozos de frutas fresca, dejar la mezcla reposar en la nevera varias horas y así no nos aburrimos de beber siempre agua sin más.
Con respecto a las pepitas, no se ha encontrado ninguna evidencia que nos haga evitarlas, así que, si comemos uvas, sandía y otras frutas con pepitas comestibles, podemos continuar con normalidad. Otra cosa muy diferente es consumir pepitas o semillas peligrosas como las de las manzanas o las peras que contienen cianuro.
A la hora de combinar las frutas, mejor combinarlas con yogures sin azúcares y que sean yogures de calidad, es decir que sean 100% vegetales con un mínimo de 90% de soja, por ejemplo, o 100% hechos con leche de vaca. Podemos poner fruta en ensaladas, con cereales, con miel (natural), para decorar postres, etc. Pero sea como sea siempre lo más libre de azúcar posible.
Las mejores frutas para el embarazo
Si dentro de unos meses o semanas un nuevo miembro llega a nuestra familia, aparte de decir que se acabó el dormir a pierna suelta y la casa en silencio, también venimos a decir que hay una serie de frutas que son casi imprescindibles debido al alto contenido en vitamina C y vitamina B9, también conocido como ácido fólico.
El ácido fólico es esencial durante el embarazo, pero lo correcto es empezar antes de estar embarazadas, para que haya buenas reservas. Esta vitamina del grupo B ayuda al normal desarrollo y crecimiento de nuestro futuro hijo o hija.
Además, la vitamina C es importantísima para nuestro día a día porque colabora en la formación de la piel y otros tejidos como los tendones, ligamentos y vasos sanguíneos. También ayuda a sanar heridas y a cicatrizarlas rápido. Esta vitamina, según estudios, previene la aparición del Alzheimer, la arterosclerosis y la mutación de las células que después da lugar al cáncer.
Las mejores frutas, y con las que conseguiremos estos beneficios son:
- Naranjas.
- Mandarinas.
- Frutos rojos.
- Plátanos.
- Mango.
- Melocotón.
- Albaricoque.
Evidentemente podemos comer todas las frutas que queramos, siempre y cuando nuestro médico de el visto bueno; estén bien lavadas; no nos produzcan efectos adversos como alergias o acidez estomacal; estén en buen estado; no contengan químicos ni partes putrefactas; no hayan sido expuestas al sol y a contaminación externa como manos sucias, animales e insectos, etc.