¿Cómo saber si tu hijo sufre obesidad infantil?

La obesidad infantil está mucho más presente de lo que creemos. Los caprichos, la falta de tiempo y de atención provoca que alimentemos a nuestros hijos de forma incorrecta, causándoles una errónea educación alimentaria.

¿Tiene tu hijo problemas de sobre peso o es que tiene «huesos anchos»? ¿Cuánto más gordito, mejor criado? A continuación resolveremos todas tus dudas y te aconsejaremos para llevar una mejor alimentación.

¿En qué punto está la obesidad infantil?

La obesidad infantil en el mundo ha crecido en un 10% los últimos 40 años, llegándose a convertir en un problema de salud pública. Los hábitos de vida inadecuados, las comidas de alta densidad calórica y el sedentarismo han provocado que un 15’38% de los niños presenten obesidad y un 21’43% sobrepeso.

En Andalucía se encuentra el dato más preocupante de España: el 21% de los adultos y el 14% de los niños presentan obesidad o sobrepeso. Estos datos son totalmente alarmantes y deberíamos poner freno para evitar crear una sociedad esclava de los malos hábitos.

Diferencias en la alimentación infantil y adolescente

En la etapa de desarrollo se producen numerosos cambios en la composición corporal del niño: se acelera el crecimiento y cambia el tamaño. La nutrición juega un papel de vital importancia en este proceso.

Cada niño tiene una necesidad nutricional dependiendo de su edad, sexo y rango de actividad física; por lo que no existe una dieta general, como tampoco ocurre en los adultos. Por supuesto, debe estar presente el consumo de los tres grandes grupos alimenticios (proteínas, grasa e hidratos de carbono), además de minerales y vitaminas. Esto se logra llevando una dieta equilibrada y variada.

Ninguna persona tiene los huesos anchos y acumula excesiva grasa, al igual que tampoco debe estar bien considerado que nuestro hijo esté «bien criado» por tener «mollitas» en los brazos y piernas. El exceso de grasa nunca es bueno, sea en la edad que sea. La sobre alimentación provoca este tipo de problemas.

¿Qué problemas encuentran los padres?

Muchos padres dan por perdida la educación alimentaria de su hijo porque ponen obstaculos como: tardar demasiado en comer, no probar sabores, no comer lo suficiente, «hacer bolas», no comer sólido o líquido, y viceversa…

Es normal que acaben con la paciencia, pero no olvidemos que esto puede derivar en un trastorno alimenticio. No hay que permitir que elijan comer lo que más les guste. Cuando un niño tiene hambre come lo que haya que comer, al igual que le pasaría a un adulto.

Lo más recomendable es acudir a un nutricionista para que nos ayude a tomar las riendas de la situación si vemos que nos sobrepasa.

Consejos para mejorar los hábitos

  • Hay que educarlos a comer de todo: Hacerlos partícipes a la hora de comprar la comida es un paso clave para que valoren la variedad de colores y formas de los alimentos de todos los grupos. Sobre todo hay que hacer hincapié en frutas y verduras. Contar con ellos para cocinar e incluir nuevos alimentos harán que valoren el plato y no sientan ganas de rechazarlo.
  • Desayunos y meriendas saludables: Es muy importante hacer snacks saludables, aunque la falta de tiempo y las numerosas obligaciones familiares den lugar a realizar desayunos cada vez más ligeros e incluso inexistentes.
    Si a este problema añadimos la posibilidad de que el resto de comidas del día no sean todo lo adecuadas que debieran… es más que probable la repercusión negativa sobre la salud y el bienestar de los niños y jóvenes. Es muy alarmante que un gran porcentaje de los niños españoles asista a la escuela sin haber desayunado. Para muchos niños (el 19,3% de la población infantil), el desayuno trata de un vaso de leche, mientras que para el 56% le añade también algún carbohidrato (pan, galletas, bollería). Se ha declarado que el sobrepeso es mayor en las personas que realizan un escaso desayuno o que lo omiten. El desayuno casi inexistente puede provocar una disminución de la atención escolar en las primeras horas.

Está demostrada la importancia del desayuno en:

– La prosperidad del estado nutricional y del bienestar del niño.

– Tiene un papel fundamental en el rendimiento escolar.

– Aquellos que desayunan como es debido, tienen menos riesgo de sufrir obesidad.

  • La comida no es un premio o un castigo: No es necesario que el niño se prive de algo o tenga que comer contando calorías. Es fundamental que coma equilibrado, variado y no se excluyan grupos de alimentos. No existen alimentos mejores o peores. Es decir, existen alimentos básicos que hay que consumirlos frecuentemente, y otros alimentos no vitales que podemos comerlos de forma menos habitual.

Un buen consejo es ocuparte de que no falten los alimentos básicos (frutas, verduras, pescados, aceite de oliva…) y olvidar preocuparte tanto por los alimentos prohibidos o restringidos. Es mucho más eficaz lo primero que lo segundo.


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