Muchas personas están acostumbradas a lidiar a diario con estrés, ansiedad y numerosas situaciones angustiosas que comprometen la salud. Hay quienes se refugian en alguna clase de adicción para seguir adelante, y quienes prefieren adentrarse en una adicción al trabajo. Ser trabajador es una virtud, pero serlo en exceso puede dar lugar a un problema social. Quizá has llegado a este artículo con la necesidad de saber si estás en peligro, y cómo saber si esas horas que echas de más pueden ser síntomas de una adicción a tu oficio.
Los adictos anteponen su trabajo a las relaciones con compañeros, amigos y familiares. Se obsesionan por asumir más responsabilidades y pueden ser muy conflictivos entre sus compañeros y la empresa. Algo que diferencia a esta adicción del resto es que cuando alguien trabaja más, se le alaba y remunera. Y esto es un problema.
Existen numerosos signos de que puedes ser adicto al trabajo, como:
- Tener tendencias compulsivas relacionadas con el trabajo y no conseguir relajarnos después de trabajar.
- Necesidad de tener el control.
- No se es capaz de delegar tareas entre los demás compañeros.
- Trabajar fuera de horario o en vacaciones.
- Despreciar cualquier relación familiar y social.
El adicto al trabajo es esa persona que dedica más tiempo al trabajo de lo que se le exige. Pero no solamente nos referimos a una cantidad de horas, si no en la capacidad de hacerlo el núcleo central de la vida. Estas personas no son capaces de tomarse tiempo libre, ya que su único objetivo en la vida es trabajar.
¿Por qué nos volvemos adictos al trabajo?
Existen numerosos factores de riesgo:
- Presiones económicas familiares.
- El temor a perder el trabajo.
- Querer ser demasiado competitivo.
- La fuerte necesidad de conseguir el éxito y el puesto soñado.
- La incapacidad de negarse al jefe para dejar cosas para el día siguiente
- La falta de organización, que favorecen a la acumulación y sobresaturación del trabajo.
- Un ambiente familiar problemático, por el que no se quiere llegar a casa.
- Ambición excesiva por el poder y el dinero.
- La incapacidad para establecer prioridades.
- La presión de sacar a la familia adelante.
¿Cuáles son los síntomas típicos?
Uno de los síntomas más comunes es el del reconocimiento social del trabajo. Este tipo de personas tienen una autoestima muy baja y son muy perfeccionistas. Prefieren trabajar solos para no disgustarse con las acciones de un equipo. La mayoría de los adictos al trabajo son personas con un puesto de responsabilidad, aunque también los hay que no tienen un cargo de gran nivel pero que utilizan el trabajo como refugio para escapar de otros problemas.
No obstante, existen señales muy llamativas de cualquier adicto al trabajo:
- No se atreven a tomarse vacaciones o descansar.
- Son incapaces de irse a casa sin tener el trabajo terminado.
- Usan el descanso para hacer nuevos proyectos.
- No saben decir que no a otras propuestas.
- Tienen la sensación de que el tiempo pasa muy rápido cuando trabajan.
- Son exigentes y competitivos.
- No saben delegar y prefieren hacerlo o supervisarlo todo personalmente.
- Tienen problemas para relajarse.
- Trabajan con tensión.
- Tienen un distanciamiento social y afectivo.
- Les nace un sentimiento de culpabilidad y luchan con un nivel de ansiedad muy alto.
- Necesitan ser admirados por los demás.
- No sabrían vivir sin su trabajo.
Consecuencias de la adicción al trabajo
Este tipo de adicción genera consecuencias negativas en la vida familiar y en las relaciones sociales, ya que favorece al aislamiento, al divorcio y a la destrucción de la convivencia familiar. Además, al ser una enfermedad mental, se pueden desarrollar problemas de salud relacionados con el sistema cardiovascular (hipertensión, diabetes, obesidad). Por supuesto, la calidad del descanso es muy pobre.
Cualquier trabajador en estas circunstancias debería darse cuenta de que existe vida mucho más allá del trabajo. Para abordar este tipo de problemas, lo ideal es acudir a un profesional psicoterapeútico. Aprenderán a delegar sus tareas, minimizar sus jornadas laborales y reforzar las relaciones familiares.