Cada cuerpo es único y no existen dietas generales que sirvan a todos por igual. Lo que pocas personas conocen es que nuestro organismo tiene un ciclo o ritmo circadiano que rige los diferentes procesos corporales que sufrimos en 24 horas. Tanto si queremos dormir bien, como adelgazar o aumentar de peso, es interesante conocer cómo funciona el ritmo circadiano.
¿Qué es el ritmo circadiano?
Circadiano es una palabra que proviene del latín y significa algo así como «alrededor del día. El ciclo dura 24 horas y está basado en la rotación diaria que realiza la Tierra alrededor del Sol. Todos los seres humanos sufrimos estos procesos corporales diarios, al igual que las plantas, los animales o las bacterias.
El ritmo afecta en muchos aspectos de nuestro día a día como, por ejemplo, dormir. Estamos «diseñados» para cumplir unas mínimas horas de sueño, las cuales se producen de forma natural por la noche.
Para que entendáis de una forma más práctica los cambios que se producen a lo largo del día, os vamos a poner dos ejemplos:
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Nuestra temperatura corporal varía durante el día. Al comenzar el día tenemos mayor temperatura y durante la noche, menor. En el caso de las mujeres, deben añadir los cambios que sufren por el ciclo menstrual, ya que normalmente suelen aumentar 1º esos días gracias a la progesterona.
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La melatonina es una hormona que varía con el ciclo del sueño. Tendremos su máxima secreción por la noche, produciéndonos mayor sueño. En cambio, por las mañanas se disminuye su presencia para poder llevar correctamente nuestra jornada. En los animales hay casos inversos como las ratas o los murciélagos.
¿Cómo afecta en nuestra dieta?
Como decíamos antes, el ritmo circadiano también interviene íntimamente en nuestra alimentación. ¿Has oído hablar de que la fruta o los hidratos de carbono nos engordan por la noche? ¿Cómo puede ser posible si un alimento tiene las mismas calorías en cualquier hora del día? Pues es debido a cómo procesa nuestro cuerpo las comidas en determinadas franjas horarias.
La sincronización con la alimentación y la digestión consigue que el intestino esté activo durante el día, siendo este el mejor momento para absorber eficientemente los nutrientes. Si cambiamos nuestros horarios de la comida, podemos interrumpir el ritmo de la función intestinal y puede acarrear en problemas digestivos.
Por si no lo sabías, hay algunas proteínas diseñadas para transportar los nutrientes de los alimentos, para su posterior absorción, y tienen unos ritmos circadianos. De ahí que haya horas del día más propicias para comer un alimento u otro.
En nuestro cuerpo tenemos dos hormonas, la leptina y la adiponectina, que se encargan de regular la ingesta de alimentos. Tenemos mayor concentración de leptina por la noche y los niveles de adiponectina son menores; pasa al contrario durante el día.
En el nivel leptina influyen el ayuno o la comida, nuestro peso, la grasa, la edad, el sexo, etc. Hay varios estudios que afirman que las personas obesas tienen un nivel alto de leptina y bajo de adiponectina en su tejido adiposo. Eso provoca cambios en el metabolismo, produciendo por ejemplo resistencia a la insulina o aumento de glucosa en sangre.
Descansar es fundamental
Algo muy llamativo también es que el sueño influye directamente en la regulación de las hormonas que nos controlan el hambre y la saciedad.
Hay estudios que demuestran también que las personas que trabajan de noche tienden a sufrir problemas de obesidad, debido a los cambios de sueño y la alimentación.
Tenemos que tener claro que los órganos actúan de diferente manera dependiendo de la hora del día y los hábitos que tengamos. Si comemos en exceso o a deshoras, si hacemos deporte, si no dormimos lo suficiente, si tenemos una alimentación variada, etc. Todo, por pequeño que parezca, afecta a nuestro ritmo circadiano.