Seguramente que alguna vez hemos oído hablar sobre la toxoplasmosis, sobre todo cuando alguna familia tiene uno o varios gatos y están esperando un bebé. Pero que no cunda el pánico, es una infección más o menos común y procede de un parásito que habita en multitud de escenarios más allá de los gatos, llegando incluso a estar en la fruta que nos comemos cada día.
Con este texto no queremos criminalizar a los gatos, ya que la toxoplasmosis puede aparecer en carnes en mal estado, en agua, en utensilios de cocina contaminados, frutas y verduras sin lavar, etc. Pero sí que es cierto que la toxoplasmosis es famosa cuando hay un embarazo en un núcleo familiar con gatos.
A lo largo de este texto vamos a explicar qué es exactamente la toxoplasmosis, cuáles son las causas, qué síntomas se tienen cuando nos infectamos, el diagnóstico, si existe algún tratamiento o no tiene cura y cómo podemos prevenir esta enfermedad.
¿Qué es la toxoplasmosis y dónde se encuentra?
Al inicio de este texto ya nos hemos hecho un poco de spoiler, pero queríamos dejar claro que esta enfermedad no afecta solo a los gatos, sino que puede estar al acecho en cualquier lugar.
Concretamente, la toxoplasmosis es una enfermedad que la produce el parásito intracelular llamado Toxoma Gondii y tiene un ciclo vital algo extraño, ya que los humanos y otros seres vivos como cerdos, aves, ovejas, etc. servimos de huésped intermediario, siendo los gatos y otros felinos el huésped definitivo.
Este parásito intracelular puede encontrar en los siguientes sitios y alimentos:
- Carne cruda o poco cocinada, sobre todo cerdo, cordero y venado.
- Tocarnos la boca tras haber manipulado con las manos carne contaminada.
- Utensilios y tablas de cortas que están contaminados.
- Otros alimentos que han estado en contacto con la carne contaminada, como puede ser una ensalada, patatas y similares.
- Agua contaminada con ese parásito.
- Tocar y manipular heces de gato contaminadas. No basta solo con tocarlas, esas manos después han de tocar nuestra boca de alguna forma para que se produzca el contagio.
- Transfusiones de sangre o trasplante de órganos sólidos. (Casos muy extraños)
- Frutas y verduras de cascara comestible que podrían estar contaminados.
Los gatos y la toxoplasmosis
Los gatos son animales maravillosos, al igual que otros, pero ellos son los que más sufren la desgracia de la toxoplasmosis. Pero no es su culpa, es culpa de la desinformación por parte de los seres humanos.
Un gato que disfruta de buena salud y lleva su cartilla de vacunación y desparasitación al día, no tendría problemas. Las dudas llegan cuando recogemos un animal de la calle en malas condiciones de salud. Lo mejor es acudir a un veterinario y manipular al animal con guantes y después desechar todas las prendas y objetos que estuvieron en contacto con su sangre, fluidos, heces, etc.
El gran problema de la toxoplasmosis y los gatos es con la llegada de un embarazo. Aquí es cuando nos tenemos que poner serios. La llegada de un nuevo miembro no debería ser la causa de echar a la calle y abandonar a su suerte a ese miembro que lleva años en nuestra casa.
La responsabilidad de la salud de ese gato recae sobre nosotros, y si tiene la enfermedad, no es su culpa, es la nuestra por no haber puesto remedio antes. Por lo tanto, cuando hay una mujer embaraza, rápidamente el gato deja de importar y termina abandonado, en una perrera, refugio o sacrificado bajo excusas como «es agresivo», «ya está viejo», «mi bebé es alérgico», etc.
Embarazadas y contagio de toxoplasmosis
Si nuestro gato está sano y tenemos la gran suerte de traer a una vida a la familia, lo que estamos construyendo es un futuro niño o niña amante de los animales y que sepa respetarlos y quererlos como parte de su vida. Antes de buscar el embarazo, y aunque nuestro gato esté 100% al día de todo, podríamos hacerle un chequeo, por si acaso.
Una vez que se confirme la buena nueva, la mujer evitará el contacto con las heces del animal, solo por precaución y si somos muy quisquillosos, pero lo cierto es que, si el gato está sano, podemos continuar la vida con normalidad y celebrar juntos la llegada del nuevo miembro.
Para ser más concretos, aunque el gato esté contagiado, para nosotros (los humanos y las embarazadas) nos contagiemos tendríamos que manipular durante un rato con las cacas, después meternos las manos en la boca o ingerir esas cacas contaminadas, por lo que realmente el riesgo de contagio es cero.
Las principales causas de la toxoplasmosis
Todo en esta vida tiene un desencadénate, nada sucede porque sí y por arte de magia, sino que tiene una serie de causas. En este caso, esta enfermedad tiene unas cuantas causas que conviene conocer a fondo para poder anteponernos al peligro, sobre todo si a nuestro al rededor hay alguna de ellas:
- Estar en contacto con un gato que no disfruta de buena salud y que desconocemos si puede o no tener el parásito en su interior. En este caso, lo mejor es relacionarnos con el animal usando guantes y llevarlo al veterinario lo antes posible. Si estamos embarazadas, lo mejor será no acercarnos al animal y no limpiar sus heces.
- Comer carne cruda de dudosa procedencia.
- Beber agua de origen desconocido, mejor fuera de casa pedir agua embotellada y ver la botella (si llega a la mesa cerrada y sellada, mejor).
- Cocinar con utensilios no higienizados tras haber manipulado carne cruda.
- Comer frutas y verduras sin lavar.
Estas causas sirven de orientación como factores de riesgo principales y todo aquello que deberemos evitar si queremos prevenir esta grave enfermedad.
Síntomas visibles de la enfermedad
Si tenemos un buen estado de salud y un sistema inmunitario normal, no nos enteraremos de que tenemos Toxoma Gondii en nuestro interior porque nuestro sistema inmune se encargará de mantenerlo a raya. De lo contrario, si tenemos un sistema inmunológico débil, y nos contagiamos de Toxoma Gondii, es probable que nos veamos muy afectados. De un modo u otro estos son los síntomas más definidos de la toxoplasmosis:
- Dolores por todo el cuerpo.
- Ganglios linfáticos inflamados.
- Dolores de cabeza de intensidad variada.
- Fiebre sin motivo aparente.
- Fatiga.
Síntomas en caso de tener un sistema inmunológico debilitado, tener SIDA, estar en tratamiento de quimioterapia, etc.:
- Desorientación.
- Convulsiones.
- Mala coordinación.
- Problemas pulmonares parecidos a la tuberculosis y la neumonía.
- Visión borrosa y desenfocada resultado de una grave inflamación de la retina.
Diagnóstico y tratamiento
Es una enfermedad invisible la gran mayoría de veces, dado que no expresa ningún síntoma o los que tienen los pacientes no son específicos. El diagnóstico de esta enfermedad se basa en el estudio de los anticuerpos que se producen contra el parásito y la detección del mismo.
El diagnóstico concreto lo dictará el especialista, ya que se deberá adecuar a cada paciente. Además, la enfermedad no se cura y desaparece, sino que al cabo del tiempo (indefinido) puede reactivarse y en ese caso los síntomas suelen ser más visibles y más graves.
El tratamiento de la toxoplasmosis es administrando diversos fármacos y cada uno de ellos va enfocado a una etapa de la enfermedad, por ejemplo, la combinación de pirimetamina con sulfadiacina que cotrola la fase de replicación, y para los quistes se usan tratamientos con hidroxinaftoquinona (atovacuona) y azitromicina.