Descubre 3 posturas adecuadas para el yoga prenatal

yoga prenatal

Practicar yoga durante el embarazo, con el consentimiento de tu médico, resulta muy beneficioso para la salud. Esta actividad puede ayudarte a disminuir las molestias propias de esta etapa, asimilar mejor los cambios y disfrutar de los beneficios a la hora del parto. Hoy te hablamos de 3 posturas propias del yoga prenatal.

Continuar con el yoga a lo largo del embarazo, es una excelente idea por sus grandes beneficios. Siempre debes hacerlo en un centro profesional y dirigido por personal cualificado que pueda aconsejarte con la total seguridad y formación. El yoga prenatal, te ayuda a mantener la agilidad, flexibilidad, equilibrio y fuerza durante los meses de gestación. Ayuda a que tu cuerpo vaya dejando espacio para acoger al feto durante su desarrollo y libera tensiones acumuladas en zonas como las lumbares o los hombros. Además, enseña a llevar la respiración de una forma adecuada, de lo cual podrás beneficiarte en el momento del parto y post parto. El yoga prenatal, te ayuda a aliviar las molestias que el embarazo provoca, mejora tu circulación y te mantiene en un conveniente estado de relajación y calma.

3 Posturas adecuadas para el yoga prenatal

Postura del árbol

De pie con la musculatura activada y la mirada en un punto fijo para favorecer el equilibrio, eleva el pie derecho y colócalo sobre la rodilla. Pon las palmas de las manos juntas frente al pecho y efectúa algunas respiraciones. Bajo y cambia de pie. Esta postura ayuda a fortalecer las piernas, estira el pecho y aporta equilibrio y relajación.

Postura del bailarín

De pie, dobla la rodilla derecha, llevando el talón en dirección al glúteo derecho. Cógelo con la misma mano y empuja suavemente llevando el tronco hacia delante con el brazo contrario alargado al frente. Debes empujar el pie que estás sujetando hacia el techo. Esta asana te proporciona equilibrio, flexibilidad, estabilidad y calma, además de fortalecer la musculatura y mejorar tu higiene postural.

Postura del puente

Tumbada boca arriba, flexiona las rodillas y apoya las plantas de los pies en el suelo. Los brazos están alargados junto al cuerpo y la mirada hacia el techo. Toma aire y eleva las caderas, aguanta unos segundos y baja vértebra a vértebra hasta la posición inicial. La postura del puente aporta fuerza a la musculatura, alivia la tensión en la columna e induce a la relajación.


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