Muchas personas tienen asimilado el uso de zapatillas para estar por casa. Sin embargo, hay quienes continúan con el calzado de la calle durante varias horas. Si eres partidario de llevar zapatos, podrías pensar que renunciar al calzado en interiores es incómodo o incluso inconveniente. Pero es muy probable que cambiemos de opinión cuando descubramos lo que realmente se está rastreando en el suelo.
Incluso si no pisamos tierra (o peor aún, caca de perro), los zapatos acumulan mucha suciedad cuando caminamos fuera. Varios estudios han sugerido que los zapatos son focos de enfermedades infecciosas. Es decir, son imanes de gérmenes. Estamos hablando de bacterias desagradables como E. coli, que puede causar calambres estomacales, diarrea y vómitos. En un estudio, el 96 por ciento de los participantes tenían niveles medibles de la bacteria en sus zapatos en dos semanas. (Y los zapatos eran nuevos al comienzo del estudio).
Nuestros zapatos también traen regularmente la bacteria Clostridium difficile o C. diff. De hecho, es más probable que la bacteria aparezca en las suelas de los zapatos que en los asientos del inodoro. C. diff puede causar diarrea o fiebre en personas sanas. En adultos mayores o aquellos con un sistema inmunitario comprometido, una infección por C. diff puede ser mortal.
Y cuando usamos zapatos de calle cubiertos de bacterias en nuestra casa, casi todos los microbios en las suelas de los zapatos vienen a dar un paseo. El estudio se encontró que cuando las personas usaban sus zapatos de calle dentro de casa, entre el 90 y el 99 por ciento de los gérmenes en los zapatos se transfirieron a las baldosas del suelo. A partir de ahí, pueden ser recogidos por un bebé o un niño pequeño que gatea, una mascota o por objetos que caen al suelo. Los gérmenes pueden incluso terminar en tus propios pies una vez que finalmente te quitas los zapatos. Es posible que la limpieza frecuente tampoco haga mucha diferencia, ya que algunos de estos microbios son difíciles de eliminar. Como las esporas de Clostridium difficile son resistentes a la desinfección, la posibilidad de contaminación en casa es alta.
Quítate los zapatos en la puerta
Podemos acorralar los gérmenes en el calzado quitándonos los zapatos en la puerta y colocándolos en un zapatero especial. A partir de ahí, solo es cuestión de decidir si quieres andar descalzo o usar zapatillas de andar por casa. Ir totalmente sin zapatos en casa suele ser la mejor apuesta.
Estar descalzo es excelente para la salud general del pie y ayuda a aumentar la fuerza muscular del pie, la tolerancia de los tejidos y la movilidad de las articulaciones. Si tenemos dolor en el pie, pie plano o artritis en el tobillo, consideraremos tener un par de pantuflas o zapatos de apoyo que se queden en casa. Los zapatos deben tener suelas planas y flexibles, una puntera ancha y una amortiguación baja o mínima. Si necesitas unas pantuflas, se recomendaría una suela más rígida, posiblemente un balancín en el antepié o un resorte en la puntera, y algo de amortiguación.
Los zapatos para interiores también pueden ser más seguros para los adultos mayores, ya que las suelas antideslizantes pueden reducir el riesgo de caídas. Las personas con diabetes o neuropatía siempre deben usar zapatos adentro también, para evitar lesiones en los pies que podrían infectarse.