Sí, la nieve de los Juegos Olímpicos de Invierno es de mentira, y vamos a explicar los motivos que han llevado a esta decisión. También explicaremos el coste de esta nieve y el por qué no hay suficiente nieve real, tratándose de una zona tan fría como es Pekín. Todos los cambios y procedimientos que se realizan en unos Juegos Olímpicos tienen que ser revisados por el COI, y en este caso, tienen es visto bueno, porque no es la primera vez que se usa nieve artificial.
La nieve es la solidificación del agua, pero cuando no hay suficiente temperatura, no termina de crearse la nieve y por eso hay que recurrir a otros métodos para conseguir nieve y que se celebren los Juegos Olímpicos de Invierno en Pekín.
La polémica está servida, y es que para conseguir esa nieve tan densa y perfecta para que se celebren las pruebas de esquí acrobático, esquí alpino, esquí de fondo, snowboard, salto de esquí, entre otras, ha hecho falta alguna que otra maniobra que no ha gustado nada y encima deja en evidencia al país, que es uno de los que más emisiones de CO2 lanza a la atmósfera.
Aunque lo cierto es que no es la primera vez que se usa nieve artificial, fue en 1964 en Innsbrucks, también en Lake Placid en 1980, sin olvidarnos de que el 80% de la nieve en Sochi 2014 era nieve artificial y el 90% en Pyeongchang 2018. Hasta la actualidad que el 99% de la nieve que se usa para estas olimpiadas de invierno es nieve artificial.
Esta propuesta ha creado heridas, ya que justo en la región donde se celebran estos Juegos Olímpicos de Invierno que es en Zhangjiakou, a unos 160 km de la capital china apenas nieva, al igual que pasa en otra ubicación como es Yanqing, a unos 80 km de Pekín. En la primera se celebran las pruebas de snowboard, esquí de fondo y saltos de esquí, y en la segunda el esquí alpino.
223 millones de litros de agua
Para todas estas pruebas se necesita mucha densidad de nieve, de lo contrario no se podría celebrar, y Pekín no podía perder la oportunidad de celebrar en su tierra los Juegos Olímpicos de Invierno 2022. Así que recurrió a la nieve artificial en plena época de sequía, gastando 223 millones de litros de agua y haciendo uso de más de 100 cañones que formaban la nieve en las pistas para que las pruebas pudieran realizarse.
Los expertos aseguran que el 30% del agua que expulsan esos cañones se evapora antes incluso de convertirse en cristales y caer al suelo en forma de nieve. Los deportistas alertan de un mayor índice de lesiones, ya que esta nieve artificial se compacta más rápido y se endurece más.
El gobierno chino aclara que reducirá el impacto medioambiental aprovechando esa nieve artificial para usos agrícolas y turísticos. Pero es que el futuro no pinta nada bien, y más si no se pone fin al cambio climático y se cumple con los objetivos pactados en el Acuerdo de París de 2015 en el que 200 países se comprometieron a reducir las emisiones de CO2.
Según los expertos, de todas las sedes posibles para celebrar los Juegos Olímpicos de Invierno, solo Sapporo (de cara a 2080) tendría la temperatura apta y las precipitaciones suficientes para abordar un evento de estas magnitudes sin usar tanta nieve artificial.