En el mundo del deporte y el fitness, el pollo es una de las carnes más consumidas. Sabemos que aporta numerosos beneficios en la salud, aunque hay un hábito que puede ponernos en peligro: lavar el pollo crudo.
Aunque durante muchos años se ha pensado que lavar las carnes crudas era la mejor opción antes de cocinarla, los expertos revelan un potencial riesgo para la salud.
Alta presencia de bacterias
La ciencia corroboraba que existe una mayor proporción de encontrar estas bacterias en los pollos enteros frente a los muslos, aunque en ambos la presencia era alta. Las bacterias mueren con la cocción, así que debemos cocinarlo siempre completamente y no dejar partes crudas. Normalmente, el pollo crudo contiene dos bacterias: la Campylobacter jejuni y la Campylobacter coli.
Lavar no es realmente eliminar las bacterias. Matamos a los patógenos cuando los cocinamos. Para el pollo, la parte más gruesa de la carne debe alcanzar los 165 grados antes de que sea seguro comerla, así que se recomienda tener a mano el termómetro para carne.
Si compramos pechuga de pollo fresca y sin piel, no es necesario lavarla. Si compramos pollo en un supermercado que ha estado sentado en su propia sangre y jugos durante unos días, probablemente sería mejor un enjuague rápido.
No obstante, cuando la bacteria entra en nuestro cuerpo, tendremos síntomas como dolores abdominales, malestar, fiebre y diarrea. La incubación puede durar entre 1 y 11 días, por lo que no es de extrañar que nos ocurra días después de haber comido o cocinado pollo.
Riesgo de contaminación
Ya sabemos que el agua es un perfecto conductor de la electricidad, pero también lo es en la expansión de bacterias. Cuando lavamos el pollo entero, las pechugas o las alitas, el agua sirve como conductor de la campylobacter, por lo que estaremos multiplicando el riesgo de contaminar en todos los utensilios de cocina. Esto puede hacer que la acabemos ingiriendo en algún otro momento.
Por eso, nos exponemos a un gran riesgo cuando lo lavamos antes de cocinar. Según la Agencia Nacional de Seguridad Alimentaria de Reino Unido, no debemos lavarlo con agua antes de cocinarlo ya que estaremos ayudando a las bacterias a que se queden impregnadas en las manos, el recipiente y los utensilios de cocina.
Se aconseja también que separemos el pollo dentro del frigorífico para evitar el contacto con las frutas, verduras y cualquier otro alimento que ingiramos en crudo. Podemos envasarlo correctamente en un recipiente (si no lo hemos comprado en la típica bandeja de supermercado) y no lo lavaremos antes de cocinarlo.
Si tenemos que cortar la pechuga en daditos o trozos pequeños, nos aseguraremos de lavar perfectamente la tabla y los utensilios de cocina que hayamos usado, además de tus manos.