Ser más saludable implica buscar sustitutos al azúcar de mesa para cualquier receta o producto envasada. Mientras que unos prefieren que sea libre se cualquier endulzante, otros apuestan por los edulcorantes. ¿Pero realmente ayudan a saciar los antojos de dulces?
Un reciente estudio pone en duda que el cuerpo sea capaz de identificar si estamos tomando azúcar o edulcorante. Está claro que es difícil de notar en el paladar, puesto que ambos dar dulzor, pero en el intestino podría estar la clave. Todo apunta a que hay células en los intestinos que pueden y distinguen entre las dos soluciones dulces. Y pueden comunicar la diferencia al cerebro en milisegundos.
El intestino podría ser el sexto sentido
Hace más de 20 años que los científicos identificaron el receptor del sabor dulce en la boca de los ratones, e intentaron eliminar esas papilas gustativas para progresar en varios estudios. Sin embargo, para sorpresa de todos, los ratones aún podían diferenciar y preferir el azúcar natural al edulcorante artificial, incluso sin el sentido del gusto.
La clave está mucho más abajo en el tracto digestivo, en el extremo superior del intestino justo después del estómago, según la última investigación. Ahora han identificado que las células que nos hacen comer azúcar están en el intestino. Concretamente, las células de detección están en los tramos superiores del intestino.
Después de haber descubierto una célula intestinal, llamada célula neurópoda, los investigadores han analizado la conexión de esta célula con lo que está dentro del intestino y su influencia en el cerebro. El intestino habla directamente con el cerebro, cambiando nuestro comportamiento alimentario. Y, a la larga, estos hallazgos pueden conducir a formas completamente nuevas de tratar enfermedades.
Originalmente denominadas células enteroendrocrinas por su capacidad para secretar hormonas, las células neurópodas especializadas pueden comunicarse con las neuronas y se distribuyen por todo el revestimiento del intestino superior. Además de producir señales hormonales de acción relativamente lenta, también se ha demostrado que estas células también producen señales de neurotransmisores de acción rápida que llegan al nervio vago y luego al cerebro en milisegundos.
Es curioso porque los neurópodos son células sensoriales del sistema nervioso, al igual que las papilas gustativas en la lengua o las células cónicas de la retina en el ojo que nos ayudan a ver los colores. Estas células funcionan igual que las células de la retina que pueden detectar la longitud de onda de la luz. Sienten rastros de azúcar frente a los edulcorantes y luego liberan diferentes neurotransmisores que van a diferentes células en el nervio vago. Por eso somos capaces de saber si es azúcar o edulcorantes.
Los antojos de azúcar no se sacian con edulcorantes
Confiamos en nuestro instinto con los alimentos que comemos. El azúcar tiene sabor y valor nutritivo y el intestino puede identificar ambos.
Muchas personas luchan con los antojos de azúcar, y ahora los investigadores han dado una mejor comprensión de cómo el intestino detecta los azúcares y por qué los edulcorantes artificiales no frenan esos antojos. Se espera que esto ayude a tratar enfermedades que ven todos los días en clínicas y hospitales. Los científicos han demostrado que pueden cambiar el comportamiento de un ratón desde el intestino, lo que le da una gran esperanza para nuevas terapias dirigidas al intestino.
En trabajos futuros, los científicos mostrarán cómo estas células también reconocen otros macronutrientes. Siempre se habla de un sentido de la intuición y se dicen cosas como «confía en la intuición» o «sigue una alimentación intuitiva«. Lo cierto es que puede no ser azar.