¿Sabes que puedes tener un hueso adicional en el tobillo?

Una mujer con pies descalzos

El hueso trígono también se conoce como hueso adicional y también como el Síndrome del Os Trigonum. Se trata de un hueso extra de reducido tamaño que se localiza en el tobillo, y que a priori no debemos preocuparnos por él, salvo que los dolores sean intensos, ahí entra en juego la cirugía.

Parece un chiste, pero no lo es. Hay quienes tienen un hueso extra en su cuerpo, concretamente en el tobillo, aparte de los 206 huesos que tenemos en la edad adulta. Sí, es que, al nacer, llegamos a este mundo con 300 huesos, y un centenar de ellos se fusionan para dar lugar a los 206 que tenemos en los últimos días de nuestra vida.

Este hueso extra se le conoce como hueso trígono, y nos va a sorprender mucho el cómo se forma, cómo se descubre y qué síntomas provoca. Además, está relacionado con lo que hemos explicado antes, de que nacemos con 300 huesos y en la edad adulta tenemos 100 menos.

A lo largo de este texto, explicaremos todo sobre este diminuto hueso, desde dónde se localiza, qué lo provoca, si duele o no y cómo se elimina para siempre. También sabremos qué deportistas son más propensos a cargar con esta angustiosa situación.

¿Qué es?

El Síndrome del Os Trigonum es un pequeñísimo hueso que se instala en la cara posterolateral del astrágalo formado a partir de un centro de osificación aislado o separado que por ciertos motivos no puede unirse al astrágalo.

Vale, es probable que no hayamos entendido nada, por eso vamos a explicarlo con otras palabras. Se trata de un pequeño hueso que surge de forma aislada en la parte trasera del tobillo y surge entre el talón y el astrágalo que es el hueso del tobillo.

Surge por una especie de error, y los síntomas son muy claros. Además, se calcula que hasta el 15% de la población mundial lo tiene o lo va a tener y no lo sabe. A veces produce dolor, y otras se descubre de forma azarosa tras una radiografía del pie.

Fisioterapia en los pies

¿Por qué se produce?

Como ya hemos dicho antes, se trata de una especie de error. Puede darse en un pie o en los dos y se trata de algo congénito, es decir, se presenta desde el nacimiento. Cuando más evidente se hace es en la adolescencia y surge porque el hueso del tobillo no se fusiona adecuadamente y surge ese hueso pequeño que ahora llamamos hueso trígono.

Para que haga acto de presencia, a veces es necesario una lesión previa como un esguince. El síndrome es una lesión muy común en aquellas personas que frecuentemente andan de puntillas o llevan sus dedos al suelo forzando la hiperflexión de la planta del pie.

Este hueso causa dolor y crea inestabilidad, lo que puede desencadenar otra serie de lesiones a lo largo y ancho del pie y las piernas. Es una patología común en futbolistas, bailarinas de ballet y otros deportes similares.

Síntomas

Los síntomas son claros, y con una simple radiografía se puede localizar al causante de los dolores. Vamos a enumerar los síntomas más comunes, que puede o no coincidir con nuestro caso. Recordemos que es un problema congénito y si no practicamos uno de esos deportes que hemos comentado antes, es bastante probable que no desarrollemos el síndrome.

  • Dolores agudos y profundos en la parte posterior del tobillo, sobre todo cuando hacemos presión con el dedo gordo del pie.
  • Mucha sensibilidad en la zona con el tacto.
  • Inflamación e hinchazón en la zona.
  • Dificultad para mantener el equilibrio.
  • Dolor al girar el tobillo.

Los pies de una bailkarina

Tratamiento

El tratamiento de esta lesión pasa por diferentes fases, según sean los dolores, el deporte que se realice, la zona exacta del hueso, si impide o no hacer vida normal al paciente, etc. Por norma general, se dan diferentes opciones, pero siempre está la operación como último recurso, y que después hablaremos de ella.

  • Máximo reposo y no apoyar el pie lesionado hasta que el dolor remita.
  • Antinflamatorios (preferiblemente no esteroides), siempre y cuando, no sea contradictorio porque el paciente ya tome otra medicación para otra enfermedad o dolencia.
  • Hielo para aliviar la hinchazón y el dolor. La bolsa de hielo o bolsa de congelados debe colocarse en la zona afectada, pero no de forma directa o dañará nuestra piel, sino que haya una tela o trapo entre nuestra piel y el hielo.
  • La inmovilización temporal suele ser de las opciones más elegidos, junto a los medicamentos. Se coloca una bota ortopédica que limita los movimientos del tobillo.
  • Una inyección de cortisona, aunque muchos especialistas lo desaconsejan, ya que tiene muy poca vida útil y finalmente hay que pasar por quirófano.

Casi siempre se receta la combinación de varios de estos tratamientos, pero si el dolor es muy grande, suele pasarse directamente a cirugía. Eso sí, por norma general, los síntomas suelen desaparecer con estos remedios no quirúrgicos.

Cuando operarse

Que no cunda el pánico, es un hueso extra que no sirve para nada y se realiza su extracción mediante una cirugía sencilla con un corto periodo de recuperación. La operación se recomienda en momentos donde el dolor ya no se calma con ninguna de las opciones no quirúrgicas y llaga incluso a impedir el desarrollo de una vida normal como andar, mantener el equilibrio, trabajar, dormir, entrenar, etc.

La cirugía aliviará esos dolores al retirar ese pequeño hueso, no será necesario ninguna intervención extra, ni tampoco se realizan daños colaterales en tendones, ligamentos, musculatura, huesos y articulaciones. Se recomienda ir a un médico especializado en traumatología del pie, para que nos explique paso a paso en qué consiste la intervención, cómo será el postoperatorio, cuándo podremos volver a entrenar, etc.

Nosotros podemos solicitar la operación, pero los médicos siempre recomendarán las opciones no quirúrgicas primero, a menos que nuestra carrera profesional esté en juego, o situaciones similares donde el dolor sea tan intenso que estemos perdiendo movilidad, tengamos miedo a andar o no podamos descansar. En definitiva, que nos reste calidad de vida.


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