Una de las lesiones más debilitantes que puede sufrir un deportista es la del ligamento cruzado anterior (LCA). Esta lesión no solo requiere intervención quirúrgica, sino que también suele conllevar varios meses de rehabilitación. Como resultado, tanto el rendimiento deportivo como la calidad de vida se verán afectados de manera negativa. Las deportistas, en particular, tienen entre cuatro y seis veces más probabilidades de sufrir una lesión en el ligamento cruzado anterior en comparación con los hombres. Existen diversas teorías que van desde factores físicos (como el ancho de la pelvis) hasta factores psicológicos (como la tendencia al sobreentrenamiento y una dieta inadecuada).
¿Cómo influyen las hormonas del ciclo menstrual?
El ciclo menstrual también ha sido considerado uno de los factores más influyentes en la susceptibilidad a lesiones del LCA. La diferencia obvia entre hombres y mujeres radica en las hormonas involucradas en el ciclo (estrógeno, progesterona y relaxina), las cuales afectan el tono muscular y la laxitud articular. ¿Pero cómo influyen estas hormonas y cómo pueden evitar las lesiones? Es complicado dar una respuesta exacta, pero una investigación analizó trece estudios diferentes sobre el efecto del ciclo menstrual en la laxitud de las articulaciones y las lesiones del ligamento cruzado anterior. Ocho de estos estudios encontraron una correlación entre el ciclo menstrual y la susceptibilidad a esta lesión, mientras que los otros cinco no presentaron evidencias concluyentes, lo que sugiere que el tema sigue siendo objeto de estudio.
¿Afectan los anticonceptivos?
En otra investigación se destacó que una activación desproporcionada de los cuádriceps en relación con los isquiotibiales podría reducir la estabilidad de la articulación de la rodilla, generando inestabilidad. El uso de anticonceptivos hormonales que tienden a reducir las fluctuaciones cíclicas en los niveles hormonales podría disminuir esta inestabilidad. Aunque las razones aún no están completamente claras, la correlación entre la proporción de cuádriceps e isquiotibiales y la estabilidad de la rodilla sugiere que es fundamental diseñar rutinas de entrenamiento que busquen el equilibrio entre ambos músculos para reducir el riesgo de lesiones de rodilla y optimizar el rendimiento deportivo.
El ciclo menstrual y la laxitud del ligamento cruzado anterior
El ciclo menstrual femenino se divide en tres fases: folicular, ovulatoria y lútea. Durante la fase ovulatoria, se ha observado un incremento en la laxitud ligamentosa, lo que puede aumentar el riesgo de lesiones. Varios estudios han demostrado que las mujeres con altos niveles de relaxina, típicamente durante la ovulación, tienen un riesgo significativamente mayor de sufrir lesiones del LCA.
Además, el ciclo menstrual provoca cambios en la proliferación y síntesis de fibroblastos y procolágeno de tipo I en el LCA, lo que puede predisponer a las mujeres a sufrir lesiones. El estrés y otros factores como la alimentación y el rendimiento físico también pueden influir en este proceso.
Factores de riesgo estructurales y biomecánicos
- Anatomía de la rodilla: Las mujeres suelen tener caderas más anchas que los hombres, lo que puede generar un mayor ángulo en el que la rodilla se encuentra, conocido como genu valgo. Esta condición puede aumentar la presión sobre el LCA y la posibilidad de sufrir lesiones.
- Musculatura: Muchas mujeres deportistas presentan un tono muscular inferior al de los hombres, lo que a menudo se asocia con un menor desarrollo de los músculos isquiotibiales y del glúteo medio, cruciales para estabilizar la rodilla. La falta de fortaleza en estos músculos puede incrementar el riesgo de lesiones durante la práctica de deportes.
- Actividad física: La falta de tiempo y recursos para la preparación física también puede influir. A menudo, los equipos femeninos tienen una carga de entrenamiento insuficiente, lo que limita la prevención de lesiones y el desarrollo de habilidades adecuadas.
Recomendaciones para prevenir lesiones del LCA en mujeres
Para mitigar el riesgo de lesiones del LCA, es fundamental implementar estrategias de prevención que incluyan:
- Calentamiento adecuado antes de cualquier actividad física.
- Ejercicios de fortalecimiento específicos para los isquiotibiales y cuádriceps, ya que una buena
fortaleza muscular puede ser clave para mantener la estabilidad articular. - Mejorar la técnica de salto y aterrizaje durante los entrenamientos.
- Monitorear la carga de entrenamiento y permitir suficiente tiempo de recuperación para evitar el sobreentrenamiento.
Además, es recomendable el uso de calzado adecuado y personalizado que brinde soporte durante la práctica deportiva, lo que puede contribuir a evitar lesiones de rodilla.
El papel del fisioterapeuta en la prevención y recuperación
Un fisioterapeuta puede desempeñar un papel crucial en la identificación y manejo de los riesgos asociados con las lesiones de rodilla. En su consulta, comenzarán tomando un historial médico detallado, evaluando los factores de riesgo y el mecanismo de la lesión. Posteriormente, realizarán un examen físico que podrá incluir pruebas específicas de movimiento. Si se requiere, pueden derivar al paciente a un médico ortopédico para realizar estudios complementarios como rayos X o resonancia magnética.