La actividad física en la tercera edad es mucho más que una recomendación médica: es una verdadera fuente de bienestar físico, mental y emocional. A partir de los 60 años, el cuerpo experimenta cambios naturales que pueden reducir la fuerza, la movilidad y la energía. Sin embargo, con los entrenamientos adecuados, esas limitaciones pueden minimizarse e incluso revertirse en buena medida. Lo increíble es que no se necesita ser deportista ni acudir a un gimnasio para comenzar: hay rutinas seguras, eficaces y adaptadas a cada nivel.
Muchos adultos mayores desconocen el impacto positivo que puede tener el ejercicio en su día a día. Ya sea para prevenir enfermedades, mejorar el estado de ánimo o simplemente conservar la autonomía, moverse se convierte en una herramienta clave. En este artículo te explicamos todo lo que necesitas saber para empezar a entrenar con seguridad y eficacia, sin importar tu edad o condición física.
¿Por qué es tan importante entrenar en la tercera edad?

Conforme envejecemos, el cuerpo pierde masa muscular, flexibilidad y densidad ósea. Esto puede venir acompañado por una disminución en la movilidad, pérdida del equilibrio y un mayor riesgo de sufrir caídas o lesiones. Además, la inactividad acelera procesos como la sarcopenia (pérdida de masa muscular) y contribuye a enfermedades crónicas como diabetes, hipertensión, enfermedades cardiovasculares u obesidad. Para más información sobre la inactividad puedes consultar este enlace sobre sedentarismo e inactividad.
El ejercicio regular ayuda a contrarrestar estas consecuencias del envejecimiento. Tanto los entrenamientos de fuerza como las actividades aeróbicas o de equilibrio permiten mantener una buena capacidad funcional y disfrutar de una vida más independiente y activa. De hecho, estudios médicos y profesionales de la salud coinciden en que moverse es la “mejor medicina preventiva” para los adultos mayores.
Tipos de ejercicio recomendados para adultos mayores
Existen diferentes categorías de ejercicios que son particularmente beneficiosas para personas mayores. La clave es combinarlas para obtener un enfoque integral que favorezca la fuerza, la resistencia, el equilibrio y la flexibilidad. Para más detalles sobre la actividad física puedes consultar este artículo sobre deporte y actividad física.
- Ejercicio aeróbico: También conocido como cardiovascular, incluye actividades como caminar a paso ligero, nadar, bailar, andar en bicicleta o subir escaleras. Mejora la salud del corazón, pulmones y sistema circulatorio.
- Entrenamiento de fuerza: Utiliza pesas ligeras, el peso corporal o bandas elásticas para fortalecer músculos y huesos. Es esencial para prevenir la sarcopenia y mantener la autonomía.
- Ejercicios de equilibrio: Como el yoga o el tai chi, ayudan a mejorar la estabilidad postural y reducir el riesgo de caídas.
- Movilidad y estiramientos: Aumentan la flexibilidad y previenen rigidez articular.
Beneficios físicos de una rutina activa

Los beneficios de practicar ejercicio regularmente en la tercera edad son tan amplios como notables. Algunos de los más importantes son:
- Mejora del equilibrio: Lo que se traduce en una menor probabilidad de sufrir caídas y lesiones.
- Mayor fuerza muscular: Facilita tareas cotidianas como subir escaleras o cargar bolsas, fortaleciendo además el sistema musculoesquelético.
- Protección cardiovascular: Se reduce la presión arterial y se regula el colesterol, ayudando a prevenir enfermedades del corazón.
- Prevención de enfermedades crónicas: Especialmente útil en el manejo de diabetes tipo 2, hipertensión u obesidad.
- Mejor salud ósea: El ejercicio estimula la masa ósea, previniendo la osteoporosis en hombres y mujeres.
Ejercicios recomendados que puedes hacer en casa
Una de las mejores noticias es que no necesitas salir de casa para comenzar una rutina efectiva. Estos ejercicios, aportados por fisioterapeutas y expertos en envejecimiento saludable, son seguros y eficaces incluso para personas con movilidad reducida:
- Sentadillas en silla: Siéntate y levántate lentamente, usando los músculos de las piernas. Realiza entre 10 y 15 repeticiones.
- Elevación de talones: Ponte de pie y sube sobre la punta de los pies, luego baja lentamente. Mejora el equilibrio y las pantorrillas.
- Flexiones contra la pared: Con las manos sobre una pared, flexiona los codos y vuelve a extenderlos. Ideal para brazos y hombros.
- Elevación de piernas sentado: Levanta una pierna recta mientras estás en una silla, mantenla unos segundos y cambia de pierna.
- Ejercicios con banda elástica: Sirven para brazos, piernas o espalda. Son progresivos y pueden adaptarse a cualquier habilidad.
Impacto del ejercicio en la salud emocional y cognitiva
El movimiento no solo fortalece el cuerpo, ¡también la mente! Varios estudios han confirmado que el ejercicio regular mejora significativamente la salud mental en personas mayores. Para más información sobre cómo mejorar la memoria, puedes consultar estas actividades.
Entre los beneficios destacan:
- Mejora del estado de ánimo: Se liberan endorfinas que reducen el estrés, la ansiedad y los síntomas depresivos.
- Aumento de autoestima: Ver avances físicos y sentirse capaz mejora la seguridad personal.
- Reducción de la soledad: Al hacer ejercicio en grupo o con acompañamiento, se fomenta la socialización.
- Estimulación cognitiva: El ejercicio favorece la memoria, la concentración y la agilidad mental.
Frecuencia y consejos para entrenar con seguridad

Antes de lanzarte de lleno con nuevas rutinas, conviene tener en cuenta ciertas precauciones para entrenar con seguridad.
Recomendaciones clave:
- Consulta médica: Especialmente si padeces enfermedades crónicas o tomas medicación.
- Empieza despacio: Inicia con ejercicios suaves y aumenta la intensidad progresivamente.
- Hidratación: Bebe agua antes, durante y después del ejercicio, incluso si no tienes sed.
- Escucha tu cuerpo: Si sientes dolor, mareo o fatiga excesiva, detén la actividad.
- Calentamiento y estiramiento: Siempre realiza movimientos suaves antes y después para preparar y relajar los músculos.
- Constancia: Se recomienda realizar actividad física al menos 3 veces por semana y, si es posible, combinar diferentes tipos de ejercicio.
Realizar entrenamientos regulares adaptados a la edad puede cambiar por completo la calidad de vida de los adultos mayores. Desde conservar la movilidad hasta ganar seguridad emocional, son múltiples las ventajas que se obtienen al mantenerse activo. Lo importante es encontrar una rutina que sea segura, variada y, sobre todo, que motive. Porque nunca es tarde para moverse y sentirse mejor por dentro y por fuera.