En función del grado de espiritualidad y compromiso con la faceta más tradicional del yoga, te sentirás más cómodo utilizando música, o no. Y es que, si bien es cierto que emplear música conduce a la relajación, hay quien defiende que ésta distrae del objetivo final de la meditación. Conectar con lo más profundo de uno mismo, se dificulta cuando hay estímulos auditivos, más allá de la naturaleza o el sonido ambiente.
En la actualidad, muchas personas practican yoga con la intención de liberar la tensión acumulada durante el día; mejorar un estado mental o emocional negativo; o sanar alguna dolencia física específica. En este caso, realizar la práctica con música puede ser positivo para entrar en un estado de calma y cumplir con los objetivos de la práctica desde la calma y la tranquilidad. No obstante, aquellos que estén muy integrados en esta filosofía de vida, tal vez necesiten toda la quietud, silencio y paz posible para poder alcanzar el equilibrio cuerpo, mente y espíritu.
Ambas opciones son efectivas, respetables y adecuadas. Sin embargo, si te identificas con aquellos que necesitan música para permanecer relajados y entrar en la calma apropiada, debes tener en cuenta algunos aspectos.
Practicar yoga con música
Dar la luz verde a poner música en tu práctica de yoga, no quiere decir que todo valga. Obviamente ésta debe ser una música que promueva la relajación y la calma. Por ello, olvídate de la música cañera o de las listas de éxitos de Spotify. Crea tu propia lista con una música que te inspire y te genere bienestar.
Poner música con letra, aunque no lo creas, te distraerá de tus objetivos. Por ello selecciónala instrumental. Una opción es aquella que simulan los sonidos de la naturaleza. Controla desde el primer momento el volumen de la música. Si en medio de la práctica sientes que te molesta y tienes que levantarte a bajar el volumen, ya estás interrumpiendo la progresión de la actividad.
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