Tomar una o dos siestas a la semana es la mejor frecuencia
No obstante, en la investigación se mostró que no existe este vínculo si se realizan siestas más largas o con más frecuencia. Tan solo se encontró un vínculo entre la frecuencia de las siestas y las enfermedades cardiovasculares, mientras que no dieron con ninguna conexión con la duración de la siesta. Las siestas ocasionales (una a dos veces por semana), se relacionaron con una disminución de casi la mitad en el riesgo de fallo cardíaco (48 %) en comparación con los que no echaban ninguna siesta.
Por otro lado, aquellos que dormían siestas frecuentes (3 a 7 veces a la semana) tenían más somnolencia diurna y una apnea obstructiva del sueño más exagerada. En este grupo destacaban personas de edad más avanzada, hombres, fumadores y gente con sobrepeso. En estos, el riesgo de fallo vascular aumentó hasta un 67 %; sin embargo, el incremento desapareció al tener en cuenta factores adicionales que puedan influir en la salud.
El estudio contó con la participación de 3.462 residentes de Suiza seleccionados de manera aleatoria. Los participantes tenía entre 35 y 75 años, y tuvieron en cuenta factores relevantes como la edad y la duración del sueño nocturno, así como otros riesgos que provocan enfermedades cardiovasculares, como la presión arterial alta o el colesterol.
La primera revisión de los participantes se realizó entre 2009 y 2012, y se recopiló información sobre sus patrones de sueño y las siestas de la semana anterior. Su salud fue monitorizada durante una media de cinco años y, en el período de seguimiento, surgieron 155 casos de enfermedades cardiovasculares mortales y no mortales.
Los resultados mostraron que más de la mitad de los participantes (el 58 %) no durmieron la siesta durante la semana anterior, el 19 % lo hicieron entre una o dos veces, un 12 % echaban la siesta de tres a cinco veces y el 11 % lo hacía de seis a siete por semana.
Se necesita más investigación
El estudio ha sido observacional, por lo que se necesitan realizar muchas más investigaciones para hallar una relación causa y efecto. Además, la información sobre los patrones de sueño y siesta se basaron en el recuerdo personal, no tuvieron ningún tipo de medición. No obstante, no se le quiere quitar mérito al estudio, ya que posiblemente exista ese beneficio.
Las personas que duermen pocas siestas compensan la falta de sueño nocturno y, por lo tanto, este descanso puede tener un efecto liberador de estrés. En cambio, la razón por la que las personas realizan siestas frecuentes puede deberse a una condición crónica subyacente.
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