Por desgracia, actualmente no disponemos de una cura directa para la enfermedad de Alzheimer, aunque una investigación descubrió que la tasa de progresión y los cambios en la atrofia cerebral depende mucho del individuo. Por lo que se vuelve en un problema muy difícil de resolver y predecir.
No obstante, un nuevo estudio, publicado en el Journal of Alzheimer’s Disease, se une a una creciente ola de investigaciones sobre un posible freno en el aumento de velocidad de la demencia y el Alzheimer: la práctica de ejercicio habitual.
El ejercicio físico puede mantener un bajo nivel de amiloide
Los investigadores observaron también cómo cambió la acumulación de amiloide, una proteína anormal de la médula ósea que se considera un sello distintivo del Alzheimer y la demencia porque destruye las neuronas en el cerebro. Se dieron cuenta de varias cosas importantes:
Aquellos del grupo de ejercicio que tenían acumulación de amiloide al comienzo del estudio experimentaron una reducción de volumen ligeramente menor en su hipocampo, la parte del cerebro involucrada en la memoria, en comparación con los del grupo de estiramiento. Esto se convierte en un gran problema porque algunos estudios anteriores han demostrado que las personas que tienen más beta amiloide también tienden a experimentar una mayor contracción en esa parte del cerebro.
Así que, si el ejercicio puede mantener el amiloide bajo control, esto podría significar que la demencia podría progresar a un ritmo más lento. Además, actividades físicas como el ejercicio aeróbico y la salud mental están estrechamente relacionadas, y su impacto en el cerebro es objeto de numerosos estudios. Para profundizar en cómo el ejercicio puede beneficiar específicamente a quienes padecen o están en riesgo de Alzheimer, puedes consultar estudios sobre ejercicio y Alzheimer disminución.
Aún no saben por qué el ejercicio aeróbico tiene este efecto en nuestro cerebro, pero podría tener relación con cómo el ejercicio mejora los factores neurotróficos del cerebro (moléculas que apoyan el desarrollo de las neuronas) y la función de los vasos sanguíneos. Lógicamente, se necesitan más estudios para conocer la cantidad de ejercicio que provoca un mejor efecto, aunque por ahora lo recomendable es ser activo habitualmente.