El deseo influye en nuestra decisión
El estudio revela que incluso las personas que se esmeran en comer de forma equilibrada y saludable, pueden verse afectadas por su deseo. Este factor aumenta el valor de aquellos alimentos tentadores y presenciales de menor manera en nuestra dieta, por lo que la salud pasa a un segundo plano. El ansia o el deseo se encargan de hacernos recordar lo bien que nos hicieron sentir esos alimentos en el pasado, haciendo que los prefiramos por encima de opciones más favorables a nuestros objetivos.
Para llegar a estas conclusiones, los investigadores realizaron unos experimentos en los que se pedían a los participantes que dijeran cuánto estarían dispuestos a pagar por algunos snacks, después de provocarles un estado de ansia por alguno de ellos.
Los resultados demostraron que las personas pagarían más dinero por ese producto ultraprocesado si estaba frente a ellos. Es decir, se llega a diferenciar el hambre del deseo.
Nuestra elección no depende del hambre
En cuanto a snacks poco saludables como un Toblerone o unos Snickers, decidirnos por ellos no depende de nuestro hambre. Es más, si no estuvieran expuestos frente a nosotros, no nos decantaríamos por ellos.
El estudio aporta también que los participantes estarían dispuestos a pagar más dinero si los productos tenían un gran aporte calórico, se excedían en grasas y abusaban de contenido en azúcar. Por ejemplo, una tableta de chocolate.
Los experimentos desvelaron que existe una relación entre el precio, el deseo y la ración. Las personas preferían pagar más dinero si las porciones de sus productos deseados eran mucho mayores.
Seguro que a ti también te ha sucedido esto.
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