¿Es mejor entrenar con música o en silencio?

Vas al gimnasio y tienes hilo musical o vas a correr y te llevas los auriculares, ¿estamos realmente enganchados a entrenar con música? Son muchos los que no entienden realizar ejercicio físico sin tener una melodía que vaya marcando unos tiempos o que nos mantenga motivados. La realidad es que entrenar en silencio aporta muchísimos beneficios, como por ejemplo escucharte.

Vamos a analizar cómo afecta el consumo de la música cuando hacemos deporte para determinar cuál de las dos opciones es mejor.

Entrenar con música

Hay estudios que han demostrado que escuchar música nos hará aumentar la duración del entrenamiento, ¿por qué? Básicamente, porque estamos distraídos. Es importante ser consciente del ejercicio que estás realizando para escuchar a tu cuerpo y pensar en el movimiento. Lo hemos comentado en alguna ocasión sobre los estiramientos, pero en el entrenamiento también es importante.
En ocasiones, nuestro cerebro puede estar despistado por prestar atención a la música y no logra ser consciente de la fatiga o el cansancio que nuestro cuerpo puede tener por el entrenamiento.

Además, podemos estar poniendo en peligro nuestra integridad al mantenernos ajenos a pitidos de coches, ambulancias, policía, animales o cualquier persona que nos crucemos por la calle. Los expertos recomiendan llevar solo un auricular puesto para podemos escuchar el sonido ambiente y la música que nos motiva.

Tener un volumen inadecuado puede afectar negativamente a nuestra audición. Si bien es cierto que esto no solamente nos ocurre cuando hacemos deporte, sino en nuestro día a día. Asimismo, no elegir las canciones adecuadas a la actividad que vayamos a realizar puede provocar que se altere nuestro ritmo y se produzca fatiga o flato.

Entrenar en silencio

Haber rotos los auriculares o no tener batería en el móvil puede suponer un auténtico caos para algunos que hacen deporte. Evidentemente, esperamos que sean pocos.

El «silencio» nos ayudará a escuchar a nuestro cuerpo, nuestra respiración, nuestras pisadas o el crujido de los huesos. Además, empezarás a valorar otros aspectos de tu entorno como el olor, las conversaciones de las personas con las que te cruzar, los pajaritos cantar, el viento, el sonido de las cafeterías, etc. Son sonidos que pasan desapercibidos en nuestro día a día, pero cuando tu cerebro no se siente distraído, les prestas atención.

No es aburrido. ¿Sabes lo emocionante que es correr una carrera popular sin auriculares? Escuchas la respiración de otros corredores, las charlas entre amigos, los ánimos del público, etc.
Asimismo, si tienes un problema para saber cómo marcar el ritmo sin música, prueba a hablar con alguien. Debes procurar no asfixiarte y poder mantener una conversación normal.


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