Se cree que el problema de tener siempre hambre reside en la cantidad de azúcar que tenemos en sangre. La investigación de Predict, publicada en Nature Metabolism, examinó más de 8.000 desayunos y más de 70.000 comidas.
Quedó claro la cantidad de azúcar que había en los platos, así que los participantes usaron monitores de glucosa continuos que medirían los niveles de azúcar en sangre en tiempo real (de día y de noche) durante 2 semanas. Asimismo, los participantes registraron cada cuánto tiempo tenían hambre. en una aplicación móvil.
Los investigadores analizaron cómo los cuerpos procesaban los azúcares, y eso, unido a los resultados del monitor, arrojaron resultados esclarecedores.
Se vio cómo el nivel de azúcar en sangre se redujo considerablemente entre las 2 y las 4 horas posteriores a cada comida. Todos los participantes comieron lo mismo, pero aquellos que desarrollaron caídas más significativas en el nivel de azúcar también experimentaban esa sensación de hambre y comían unos 30 minutos antes que quienes no sufrían esas bajadas.
En el estudio no se encentró ninguna relación entre la edad de los participantes, su índice de masa corporal, el peso y otros factores con los niveles de azúcar y el hambre. Sí que hubo un valor que se repetía, y es que, al parecer, los hombres sufren caídas de azúcar más significativas que las mujeres.
Queda latente que las bajadas de azúcar son un indicador de hambre, aunque lo importante es conocer nuestro cuerpo y nuestro metabolismo. Además, para no sufrir fluctuaciones del azúcar en sangre, se recomienda comer alimentos más sanos y con un índice glucémico bajo.
De esta forma, nos sentiremos satisfechos por más tiempo y podremos controlar los niveles de azúcar en sangre sin llegar a sufrir picos de subidas y bajadas que alteran al organismo.
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